A modo de autobiografía
Nací el 9 de marzo de 1966 en Bahía Blanca. Mi infancia transcurrió en un barrio con calles de tierra, amigos, pelotas de fútbol, barriletes y la magia de viajar a lugares lejanos gracias a los libros con los que mi madre habitaba el hogar.
La vida me llevó por inesperados senderos: trabajé en un banco, en una librería y hasta en un barco... No los quiero aburrir, pero nada de aquello me resultó tan atractivo como leer y crear mis propios mundos a través de la escritura.
No poseo muchos bienes materiales, lo suficiente como para sentirme muy afortunado. Disfruto estar en mi hogar, aunque cuando puedo viajo. Así y todo, prefiero que mis libros viajen más que yo. Ellos hablan mejor de mí que mi presencia. Si me siento incómodo en un sitio simplemente me voy.
Soy tímido. A veces contradictorio. Me gusta el silencio. Me abruman los ruidos fuertes. Amo los gatos. Me encantan los Beatles. Me gusta ir al cine y tomar mate en soledad o en buena compañía. No me agradan las fiestas, prefiero el canto de los pájaros.
Soy daltónico pero mi color es el naranja. ¿Mar o montaña? Ambos, depende el momento. No tengo muchas ambiciones y por eso piensan que soy ocioso. Me divierte que piensen así.
Aprendí con el paso del tiempo que no hay recetas para la felicidad; que la misma no es una meta sino un sendero y que si no hacemos en la vida aquello que amamos y nos hace felices, se nos puede complicar la historia. Lo demás llega solo.
No doy consejos, no me gusta. Los escucho sin embargo, pero termino haciendo lo que mi conciencia me dice. Apenas soy un habitante más de este loco planeta. Mi existencia, como la tuya, es tan breve y frágil que no vale la pena vivir serios o enojados.
Intento vivir el presente. A veces me toca ganar, otras aprender. Si me ves en la calle no dudes en saludarme. Si voy distraído es porque estoy pensando en algún cuento o simplemente estoy pensando en nada.
Estoy convencido que los libros construyen puentes entre las personas, que podemos ser un poquito mejores a través y gracias a ellos y por eso te agradezco que estés allí, leyendo este escrito ahora y ayudándome a construir un puente de palabras que no sabe de distancias ni de tiempos.
Horacio Alva